Más que una Bodega, un estilo de Vida

Matilde Pereda y Agustín Casabal compartieron una misma pasión desde el momento que se conocieron; descubrir y disfrutar de los buenos vinos. Eso fue lo que marcó el inicio de una vida juntos, y los llevó a, entre otras cosas, a adquirir una finca ubicada en Agrelo en el año 2000. Así comenzó su aventura vitivinícola dándole vida a Monte Quieto, una bodega de familia que luego se transformaría en su proyecto de vida.

Formaron una hermosa familia, con cuatro hijos que nacieron y se criaron en contacto con la tierra, los frutos de las vides y sus ciclos naturales. Años más tarde, tomaron la decisión de sumar otras dos fincas, una en Ugarteche y otra en Vista Flores, para con la ide de agregar complejidad al corte de varietales y comenzar a trabajar con la diversidad de los terruños. Pero el hito que marcó su rumbo vínico fue en 2004, cuando conocieron el Cabernet Franc; “esto es otra cosa”, pensaron. En la actualidad, Matilde y Agustín siguen trabajando con el mismo amor y pasión del primer día para que Monte Quieto siga logrando vinos de excelencia, de la mano del enólogo Leonardo Quercetti. Solo elaboran vinos con uvas de sus fincas, que seleccionan y cosechan personal y cuidadosamente, respetando las tradiciones vitícolas naturales para conservar al máximo la expresión de cada terruño.

Tres fincas, tres suelos.

En Finca Los Hermanos (Ugarteche) los suelos son mayormente arenosos, profundos y permeables, con poca arcilla superficial y muchas piedras. Ahí tienen un viñedo de Malbec de 45 años de antigüedad, y plantaron Cabernet Franc y Syrah. En Finca Odisea (Agrelo) encontraron las mejores condiciones para que se exprese el Cabernet Franc, gracias a su suelo franco limoso en superficie, poco profundo y con un fondo de canto rodado. Y en Finca Las Barrancas (Vista Flores) plantaron Malbec, Cabernet Franc y Syrah, sobre suelos de textura arenosa, bastante profundos.

CAJA DELIRO MONTE QUIETO

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